viernes, 23 de mayo de 2008

Chau, genio

Ya sabíamos de la baratura de la divinidad, terrenalizada (¿aterrizada?) por todos los chupaculos de Maradona y por quienes lucran con él, y canonizada por canal 13 y el grupo Clarín.
Ahora me vengo a enterar, justo cuando se murió, de que este tal Jorge Guinzburg era un genio. Lo leí en el diario, una página entera de aviso institucional. Lo repetían todo el tiempo en la tele, con una gravedad impropia del exabrupto admirativo.
Así que es un genio uno de los apologistas de Wanda Nara, partícipe, aunque sea irónico, del marketing de su virginidad y usufructuario de sus réditos en cuanto empleador de la chica; uno de los guachos pistola del programa mufa, que ridiculizaban a sus entrevistados para probar cuán vivos eran (tanto que están casi todos muertos); uno que lucró ampliamente con la sexualidad, mentándola de todas las formas vulgares posibles, que la banalizó y la frivolizó y la mediatizó pro domo súa, que incursionó en la escatología y en la ramplonería, pero, eso sí, con el background de un publicitario coolto.
Meto un punto y aparte para que el párrafo no se haga tan largo, y sigo: un manipulador que, a cambio de exposición mediática, chantajeaba a sus entrevistados con intromisiones totales en su intimidad, dejándolos en ridículo si no participaban de su juego (me refiero a cuando les preguntaba si para limpiarse el culo agarraban el papel con la mano izquierda o con la derecha, o algo así); un miserable que, repitiendo y repitiendo una mentira, le cagó la carrera a María Amuchástegui; un miserable, otra vez, que usaba la palabra “autista” para burlarse de De la Rúa en 2001; un negador que no se hizo cargo públicamente de su enfermedad como sí publicitó, en cambio, otros acontecimientos de su vida.
Eso es un genio en la Argentina de 2008.

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