miércoles, 19 de agosto de 2009

Sueño que ella vendrá

Por unos días, mi ritmo circadiano encontró cierta cohesión. Claro que tengo que irme a dormir a las cinco o seis de la tarde, y que ayuda que estos hayan sido los días en que el vecino de arriba viene cerca de las once. Pronto volveremos a la enfermante normalidad de dormir a pedacitos.
La cosa es que ayer empecé durmiendo para el orto. Primero me desperté ahogado un par de veces, incluso medio taquicárdico. Después, casi transpirado por las frazadas. Después, no sé por qué. Tipo diez y media me levanté para hacer pis, y aproveché para bajar la persiana. El retorno del calorcito, cuando lo sentí en la ventana, me hizo flashear, aun semidormido, y me dije: “¡Qué buena noche para no estar durmiendo!”.
Me acomodé de nuevo en la cama como una momia, boca arriba, con las manos en el pecho y los tapones en los oídos, para evitar que la llegada del vecino impetuoso me sobresaltara. A la despertada siguiente, o a la otra, tipo doce, me saqué los tapones, y finalmente pude dormir de costado. Expuesto al crujir de la estropeada cama de Johnny Noisemaker, que sufre no solo cuando garcha, sino cuando se da vuelta y cuando se acuesta o se levanta. Expuesto al ruido, sí, pero más cómodo.
Como no hacía frío, saqué el brazo de la cobija y lo doblé de modo que una parte de mi cabeza quedara sobre él y otra parte, sobre la almohada; y la mano, en mi cabeza. Y me dormí en mi posición preferida.
Casi cada despertada me hacía recordar, aunque fuera brevemente, detalles de lo que había soñado. Detalles que no retuve, salvo aquellos que remiten a cierta ansiedad que no me deja ni cuando duermo: ramos de romero, un lavarropas roto, una chica embarazada y su compañera de trabajo; La Muerta, muerta, o catatónica, sentada en un sillón, con cara de espanto, y yo despertándome en un grito al no conseguir que reaccione.
Hasta que Palo Pandolfo se metió en mi sueño y tocó “Estaré”. Y soñé que me despertaba y cantaba el estribillo. Agitando el brazo, tal vez sentado en la cama, con una luz leve, más cálida que la del analizador de espectro del equipo, iluminando esa parte de mi cuarto.
Parece que el chabón tenía muchas ganas de tocar, porque después invitó a Alejandro Varela y pelaron una versión impresionante de “Ella vendrá”. ¡No sabés cómo sonaba esa viola! Parecía que estaba enchufada de la consola a mi cerebro.
Nunca sabré si lo soñé, pero sentía mi mano, la yema de los dedos, marcando el ritmo con golpecitos en la cabeza. Lo más probable es que lo haya soñado, porque estaba en tempo, y yo tengo menos ritmo que el electro de un cadáver.
Habían hecho la mejor reunión de Don Cornelio que podían hacer, y solo para mí. Después hablaron de mi blog, pero eso se lo habrá comentado la chica de la boletería, la vez pasada.
Palo, persistente, volvió una vez más. Llegó tarde al boliche, demorado por la lluvia, con la acústica al hombro. Yo estaba acompañado esa vez.
Antes de que empezara el show me desperté sonriendo.
El mejor sueño en años.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Olga, es muy lindo lo que escribiste! Si me autorizas, me gustaria publicarlo en la web de Palo. Cualquier cosa avisame. Ova

Olga Eter dijo...

DEsde ya que podés subirlo.
Si te alcanza que te avise por acá, okey.
Si no, te mando un mail a la brevedad.
Saludos

(Un groso, Palo)

Anónimo dijo...

Buenisimo! Esta bien que te ponga en los creditos como Olga Eter? cualquier cosa mi mail: palo_pandolfo@hotmail.com

Ova

Anónimo dijo...

Creo k prefiero tener un sueño como el tuyo a k se junte de nuevo doncornelio.Creo a veces no estoy segura d lo k creo.(ja)