jueves, 29 de julio de 2010

Cuentas sobre el hilo dental

Ya van un par de veces que mi dentista insiste en la conveniencia de usar hilo dental. Incluso una vez me enseñó a usarlo (y me dejó sangrando la encía…). Como supongo que se nota –que ella nota– que no lo uso, me decidí a hacerlo. A probar. A ver.
Fui al súper la otra tarde y compré el hilo dental. Elegí el más tobara, marca Carrefour: ocho mangos. Veinticinco metros con un gusto a menta que no se siente.
Leo las instrucciones que aparecen en la parte de atrás del envase para recordar cómo se usa. Hay que tomar unos 40 cm de hilo y hacerlo deslizar entre un diente y otro, y luego formar una ce y seguir deslizando. Es un laburo… Yo tengo menos dientes que el común de la gente (no tantos, tampoco :p), pero es un tiempo. Y también termino sangrando. Abajo, en el medio, un poquito a la derecha, sangro.
Mientras me paso el hilo, en un segundo plano de mi cabeza saco la cuenta. Si tenemos dieciséis dientes arriba y dieciséis abajo, sumamos treinta espacios interdentales. Treinta por cuarenta centímetros da doce metros. Resultado: en dos días me gasté todo el hilo dental. 120 mangos por mes de hilo dental. Too much.
Como tenía una parte de la cabeza ocupada con las cuentas, no registré cuánto tiempo tardé. Entonces, no puedo sacar la cuenta de cuántas horas por mes lleva usar el hilo dental.
Como tenía sólo una parte de la cabeza ocupada con las cuentas, tuve que hacerlas de nuevo, prestándoles total atención, porque me parecía imposible que durara apenas dos días.
La verdad es que no me paso el hilo diariamente, ni entre todos los dientes, ni con cuarenta centímetros. Pero ya tengo la impresión de que esos espacios interdentales se van ensanchando, que me quedan más cosas que antes ahí, que tengo que hacer menos fuerza para pasarlo… Creo que era mejor cuando me mondaba los dientes con un alfiler de gancho, con el mismo que uso para sacarme los pelos encarnados del pecho.

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