viernes, 20 de mayo de 2011

Ganas de hablar

De pedo atiendo el teléfono. De iluso, más bien. De ilusionado. A ver si… Nop. Es una amiga de mi vieja, la que es mi dentista. Me pregunta por ella y se alegra de que la haya atendido porque también quería hablar conmigo para ver cómo continúa mi tratamiento odontológico, que quedó suspendido de facto por sucesivas postergaciones.
Me dice que llamó algunas veces y que la atendió el contestador, pero que no dejó mensaje. Que ella no deja mensaje. Es una mina joven, y me sorprende un rechazo a la tecnología que me suena más propio de alguna gente mayor. Me suena propio de viejos porque he escuchado a viejos manifestándolo, no por prejuicio. Sin embargo, ella, que es joven, no deja mensaje en el contestador. Y pienso “la mierda, qué ganas que tenés de hablar conmigo”. Qué ganas tan escasas, tan flacas.
Callo al respecto para no sonar agresivo (porque seguramente sonaría agresivo), para no salirme de la corrección que aprendí a ejercitar en casos como este. Pero me acuerdo de alguien que fue a un lugar que no conocía, salvo por la Filcar, llevando un mapita de las calles dibujado en un papel y un fibrón rojo con el cual escribió en la pared que consideró apropiada “Karín, soy Marcelo, comunicate”. Ese pedido, esa palabra escrita en una pared a una cuadra de una comisaría suburbana cuyos trabajadores no vieron nada, acaso porque estaban robando nafta de los autos secuestrados o limpiando la sangre del último tipo que había muerto allí…
(Por supuesto, Karín no se comunicó. Es más, nunca supe si se enteró de aquel mensaje. Nunca lo refirió, y no hubo ocasión de mencionárselo ni de decirle que esa pared fue la adecuada no sólo porque los ratis no estaban a la vista, sino porque era la de una peluquería a media cuadra de la esquina de su casa, y el lector de la Filcar recordaba haberla oído contar que su viejo era peluquero. Ni de explicar que el modo elegido fue ese porque la alternativa que se le ocurría era encontrarse en la parada del 98 por una casualidad fraguada –porque en las situaciones casuales uno está menos expuesto que en las buscadas–, pero aun así le parecía descabellada e improbable. Y porque no era una alternativa pedirle a la única persona en común que hiciera de nexo, no sólo porque no veía receptividad de su parte, sino para no caerles con un pedido que le sonaba descolgado).
Me acuerdo del que hizo eso y muchas cosas más que no voy a enumerar, y me pregunto cuál es la idea de querer hablar con alguien que tiene mi dentista. Después, esa sensación se reconfigura, y aparecen las palabras “ubicate, respetá un poco” y las ganas de decírselas. Tenés celular, tenés mail (ey, podés mandarme un mail, ¿no?), tenés Facebook, pero no hablás con contestadores. Andá a cagar un poco…
Su hija comienza a reclamarla, y entonces le explica que está hablando conmigo. Incluso me nombra varias veces para que la criatura me tenga presente porque su intención es darle el teléfono, así charlo con una nena de cinco años. Y su otra hija, recién nacida, seguramente también la requiere, aunque no sea tan notoria.
“Se acabó el tiempo de nuestra conversación”, dice, o algo así, mientras la nena no deja de hablarle. A menudo me pasa sentir que no sé cortar, y con ella lo noto más. Como que me cuelgo sin terminar la conversa, quizá por no encontrar una forma que no –me– suene abrupta, que no revele lo eventual del diálogo. Del otro lado ya fue, pero yo me extiendo, o siento que me hacen sentir eso.
Ahí se desdibuja todo, tanto que las comillas no son ni por asomo textuales. Queda desdibujado, y descolocado, y desbaratado. Y ahora que me acuerdo, semanas después, de todas las veces que durante años le dejó mensajes a mi vieja, yo quedo desconcertado.
Tal vez el esfuerzo de convertirlo en un post tenga como propósito el que es casi el único fin de este blog: encontrar palabras fluidas, precisas y no agresivas para la próxima vez. Porque seguramente habrá una próxima vez en la que me dirá lo mismo. Y porque parece que necesito vivir las cosas dos veces para, luego de un análisis tan engorroso como la escritura de este post de mierda, tener una respuesta mejor.

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