jueves, 21 de julio de 2016

No tengo MP3 (el que me regalaron se rompió hace rato)

Tampoco tengo celular. Entonces, la música suena en el aire. O en la cabeza.
Kanishka, de Los Brujos, en Santa Fe al tres mil y pico, yendo al hipódromo. O viniendo. Mientras Déborah De Corral asombraba desde los afiches de su primera tapa de Gente.
Mother of Earth, de los Gun Club. En el 160 por Pavón o en el 11 por Alsina. Un casete, un walkman, alguna noche de 1986. Una vida que no viví.
I've changed, de Fenton Robinson, en Corrientes casi Medrano, donde había una disquería, en el tiempo en que nos comprábamos discos. De blues. (Pero no lo compré: me llevé "Alone & Acoustic", de Buddy Guy y Junior Wells, 22 pe = 22 dólares).
Irresponsables, Babasónicos. Con Ayrlín, en una habitación del pasillito, la última vez que alguien me tomó la cara con las dos manos.
Palo, Río Reconquista, debajo de la bola de espejos del Caff. Miré hacia mi derecha y había alguien. Conmigo. Y tomó otro sentido eso de que "se empieza a ver cielo celeste detrás de las nubes grises". (Esa noche fue tan prometedora que no se imprimió en la memoria con la estridencia puntiaguda del papelón el momento en que me di vuelta y con un ademán descontrolado les tiré la botella de cerveza a los tres chabones que compartían la mesa con nosotros… Oh, esos lugares de mierda donde hay que compartir la mesa –oh, sus sillas semidesfondadas–; oh, esa supina torpeza tan mía y mi falta de reflejos para decirles "te la pago").
Lo artesanal (¡sí!, Viejas Locas por acá). Cualquier mediodía volviendo de la fuckultad, una pared escrita con liquid paper a la vuelta de la aceitera, mucho antes de que existiera el Konex, de que esa calle se transformara en un camino para ir al Konex. (Pero generalmente no para venir).
La de Rocky, la original, la de Bill Conti, en un taxi, una noche de hace décadas. Un niño fascinado con esa música desconocida, mientras Caffarelli relataba por Rivadavia una pelea de Palito Magallanes y decía una de sus frases memorables: "Le sacude la cabeza como el badajo de una campana". Comentaba García Blanco, y Walter Nelson hacía algunos rounds de la de semifondo.
No es conveniente, de Sué Mon Mont, todo el tiempo, en cada calle.

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