martes, 18 de mayo de 2010

Sueño recurrente

Hay gente en casa. Están en el patio. Los escucho en el living. Se oyen sus voces en el terreno de al lado mientras se preparan para saltar la medianera.
Pasa con frecuencia. Cada vez que sus sonidos se meten en mi casa mientras duermo, se meten, también, en mi sueño. No lo hacen los pájaros con sus cantos, ni las ambulancias con sus sirenas. Ni siquiera el infecto botellero con parlante: ese me despierta de una, aun cuando está a un par de cuadras de mi cama.
Ladran unos perros a mi alrededor. Tocan el timbre, sacan la puerta de su quicio. Demuelen. Sueño con música: las canciones se suceden con intervalos de silencio, como en un disco.
No es una pesadilla espeluznante, no me despierto gritando. Pero termino despertándome. Cansada. Agobiada.
Cargan nuevamente unos muebles. Los veo por la cerradura, o con la puerta abierta. Están entrándolos. Seguro que se están mudando, que son vecinos nuevos. Parece una cama de dos plazas y ocupa todo el campo visual, todo el espacio de la vereda que se ve desde donde miro.
Incluso antes de abrir los ojos, con la respiración todavía en piloto, se me configura en la mente lo que sucede. Es miércoles: viene la mucama de arriba. Desde las siete y media. Voy reconociendo los sonidos antes de abandonar la duermevela sin que la lógica onírica deforme la realidad. Se le cae algo, barre, se le cae algo más pesado, abre la ventana, golpea la reja del balcón, cierra la ventana. Ahora corre un mueble, lo arrastra, raya el piso que debe encerar.
Alguno de ellos, o varios, o todos, dieron forma a mi sueño recurrente. A mi nuevo despertar anticipado y obligado. Ya no voy a poder dormirme de nuevo ni con los tapones en los oídos, incapaces de filtrar los golpes contra el piso que también es mi techo. Ya se me encendió una parte del cerebro, y se me inunda el resto de neurotransmisores negros. No salí de la cama y ya sé que me cagaron el día, que voy a estar cansada y somnolienta y zarpada de adrenalina y cortisol todo el puto día. Renegrida por el fastidio, la impotencia y la repetición.

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