martes, 12 de octubre de 2010

Me está cambiando el cuerpo

En estos últimos días noté que me están saliendo un montón de pelos. Me está saliendo la panza también, me está creciendo más de lo tolerable…
Y me molestan mucho los ojos. Tengo la vista cansada, me cuesta hacer foco, me cuesta leer, me cuesta ver; y frunzo el ceño, empujo los ojos levantando los párpados inferiores, me siento muy irritable por eso… Como si el esfuerzo extra que hago para componer una imagen en mi cabeza con la info que mandan los ojos se comiese más energía de la que podría presuponerse. Igual, no es la primera vez que me pasa: ocurre de tanto en tanto –con menos frecuencia que antes, por suerte–, y la consecuencia es un aumento mayor en mis lentes.
Lo novedoso es lo del vello. Me molesta sentir que no alcanza con la pincita, que ella solo me permite arrancar con facilidad los pelos más gruesos, sean negros o blancos, pero que hay otros muchos, aún finitos, que adquirieron un largo excesivo. Me molesta pensar en que voy a tener que depilarme, con cera, o con ultrasonido, o no sé con qué. Me molesta más que el cuerpo me recuerde tan poderosamente que ya no soy quien era, que la panza no baje corriendo, que no pueda correr porque me duele la rodilla…
Y hay algo más, aparte de esas molestias y de lo referido a lo estético; algo que me inquieta: es lo que se está activando en mi organismo, esas líneas de código genético que empiezan a correr en un momento que desconocemos y que me hacen pensar en cuántas otras cosas latentes tiene mi ADN.

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