miércoles, 4 de mayo de 2011

Lic. Lozano

En un programa de la tele invitan a Susana Romero, quien acaba de sacar un libro sobre su vida. Allí cuenta que cuando era niña, entre los seis y los nueve años, fue víctima de abuso sexual por parte del marido de su tía.
La entrevistadora es Verónica Lozano, una chica joven, piola, profesional (psicóloga recibida, y que ha ejercido). Al tocar el tema, pone su mejor voz de locutora+psicóloga, un tono de presunta empatía que por repetido no puede ocultar su falsedad, y le hace un par de preguntas sobre el asunto. Romero no responde concretamente e incluso le dice que hay cosas que no recuerda o que no quiere recordar, y que en el libro solo puso lo básico, que no revolvió en el pasado…
¿Qué le pregunta la psicóloga, entonces? “¿Pero vos ya te habías desarrollado? Porque viste que a los nueve años hay nenas que parecen más grandes…”. Sin poder escapar de la dinámica impuesta por el persuasivo tono profesional, Romero le dice que no, que era un palo, muy flaca.
Yo tampoco logro evitar que los cuestionamientos me salgan atropelladamente por el lado más evidente. Me pregunto de cuánto podría parecer una nena de nueve ya desarrollada. ¿De doce, de trece? De dieciocho, seguro que no. Ni siquiera de dieciséis…
Le hablo en voz alta al televisor, preguntándole “¿no escuchaste que dijo ‘de los seis a los nueve’?, ¿o qué?, ¿a los seis ya tenía tetas?”. Y pienso en que el abusador no era un desconocido: era el marido de la tía y sabía perfectamente la edad de la chica.
Pero sólo horas después el diálogo deja de retumbarme en la cabeza, cuando me doy cuenta de que hay algo más jodido que la pregunta sobre la víctima, la cual sugiere que pudo haber habido alguna responsabilidad, aunque fuera indirecta, de la criatura en el abuso. Lozano lo negaría con habilidad psi, pero no es descabellado inferir de sus palabras que encuentra atendible que el tipo se calentara si la nena tenía tetitas y no usaba corpiño, por ejemplo.
Lo jodido es la búsqueda, supuestamente naíf, de una explicación para el abuso. Y aún más perverso es usar a la víctima para construir esa explicación. En principio, porque es ponerla, a propósito de nada, en un lugar que no corresponde, ya que no tiene por qué estar en condiciones de explicar un acto ajeno, aun cuando hayan pasado los años. Y, sobre todo, porque se trata de un hecho para el que, salvo el Mal o la patología –categorías ambas que están fuera de la víctima–, no hay explicaciones.

2 comentarios:

Malco dijo...

Yo creo que lo preguntó de chusma!
Si, es un dato al pedo, muy al pedo..ademas de un tema muy delicado..pero no creo que lo haya preguntado, esperanod que si la repsuesta era "si", le resulte justificado! pero bue!

pd: cuanod quieras incendiamos la iglesia y a tus vecinos
pd2: no me considero mala cogedora jaja pero podria ser! y si, me trago la lechita.. se ve que di a entender que no..igual, no te incumbe!!(?)
chausito!

pd: eso de poner una palabra y q la tengamos q escribir, me da por el orto!! saca eso!! jaja

olga dijo...

Igual, chusma o no, es re desubicada.
Hay cosas que no se preguntan, y menos si sos una profesional de la psicología y/o de los medios.

pd: vos dijiste que tenías la jeta acabada, y si te acabaron en la cara y no en la boca es porque a) vos moviste la cara para que no pegue en la lengua; b) tu novio tiene parkinson; c) no se me ocurre otra...
igual, bien x vos si te la tomás todita todita :p


las letras no se cómo se sacan; pero peor que ellas son los que solo aceptan comentarios de los que se loguean, o los que moderan comentarios, los borran, no los publican, etc.


lo de la iglesia y los vecinos es cuestión de combinar. igual, quiero aclarar que no soy el pirómano de Guernica, que mató a ocho...