domingo, 23 de octubre de 2011

Besos

La otra vez me daba cuenta de que a menudo me pongo la mano sobre el pecho, como una manera de estar en contacto, o de sentirme en contacto, aunque no pueda ser más que conmigo…
Últimamente, a veces me descubro dándome besos. Sobre todo cuando voy a correr alrededor de la plaza de los transas y tengo el cuerpo caliente y sudado.
Cuando el oxígeno escasea y el límite del esfuerzo parece inminente, a veces me sale besarme para seguir esa cuadra y media que me falta. Y cuando me siento bien, cuando el cuerpo manda buenas señales a las piernas y a la cabeza, también me beso.
Lo mismo, cuando llego al banco en el que me despatarro tratando de recuperar el aliento, como un “bien hecho” que podría decirme en voz alta, o simplemente pensándolo. Pero que me resulta necesario poner en acto de esa forma.
La unánime mudez de las bocas que no me hablan ni me besan a veces me hace pensar si soy sordo o si hablo otro idioma. Mientras, me beso para no olvidar cómo es besar, como es que me besen. Para engañar a mi piel y a mi boca. Y a mi cabeza.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ayuda
aire
algo

no lo pido (*), apenas digo que lo necesito.



(*) para que no me digan que no, desagradablemente como Antonela; que les laburo la culpa, que me gusta dar lástima, como Ricardo; para no ilusionarme, para que nadie hable desde su lugar ilustrado y ponga en menos lo que digo, etc.